— Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
— Son para verte mejor — dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.
— Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
— Son para oírte mejor — siguió diciendo el lobo.
— Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
— Son para...¡comerte mejor! — y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.
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